El pie cavo se caracteriza por presentar un arco longitudinal interno excesivamente alto y se define habitualmente como un tipo de pie con arco alto o en posición supina. Dicha morfología hace que la superficie de contacto del pie con el suelo se vea disminuida, aumentando con ello la carga de presión plantar, es decir, el peso se reparte en menos superficie y ,por tanto, ésta recibe más presión.
Los estudios basados en la población indican que la prevalencia del pie cavo es aproximadamente del 10%
Se calculó que un 60% de personas con pie cavo presentarán dolor de pie crónico en algún momento en su vida. Los más comunes son:
Se considera que enfermedades como éstas son el resultado de una distribución anormal de la presión en la planta del pie al caminar.
Se considera que un pie cavo tiende a padecer una distribución anormal de la presión en la planta del pie al caminar. El tratamiento, por tanto, buscará estrategias para reducir y redistribuir la carga de presión plantar mediante el uso de ortesis de pie (Statler 2005)
Se ha demostrado que el uso de plantillas a medida produce:
– Disminución del dolor (Bennett 1998) en aproximadamente un 75%
– Mejoría funcional: por ejemplo, la actividades cotidianas, las medidas de discapacidad.
– Mejoría biomecánica: las ortesis de pie hechas a medida redujeron la presión plantar en un 26%. Alinearon las estructuras óseas, corroborado mediante Rx, y mejoraron los resultados de la electromiografía.
– aumentaron su calidad de vida relacionada con la salud
Primero debemos realizar una evaluación neurológica adecuada que permita ayudar a determinar la etiología. Se debe considerar también la herencia genética. Si sospechamos que puede haber componente neuromuscular afectado derivaremos a neurólogo.
En niños debe ser flexible. Si vemos rigidez excesiva o retracción muscular importante trabajaremos conjuntamente con neurólogos y fisioterapeutas.